El ser humano es una conjunción de cuerpo-mente-alma, por tal motivo es primordial mantener el equilibrio físico-emocional para no padecer enfermedades. Ahí esta la clave de para proteger nuestra salud.
El cuerpo áurico que nos protege es el primero que siente los desequilibrios producidos, nuestro campo energético se va achicando cada vez más hasta llegar al cuerpo físico. De esta manera, comienza el desorden en nuestro cuerpo más sutil y puede aparecer, por ejemplo por falta de fe o cuando nuestra conexión con lo Supremo está en duda dentro de nosotros.
Esta falta de comunicación con lo espiritual, sin importar cual sea la práctica que se realice para lograrla, nos conduce a sentirnos desamparados, vacios de sentido y desorientados buscando algún rumbo sin saber cual. En la medida en que te resistís al acercamiento, al dialogo y a recibir el amor de tu Creador, tu espíritu comenzará a debilitarse. Abre tu corazón y permítele que entre en tu interior. Él siempre espera por ti, sólo debes dar el primer paso: Creer, tener fe.
De manera que si dejas que tu energía se debilite durante un tiempo prolongado, consientes a que primero se produzca un desequilibrio emocional, trayendo consigo sentimientos de odio, malhumor, egoísmo y así bloqueando tu capacidad perceptiva, el amor hacia ti mismo y el que puedes brindar y recibir de los demás.
Con un campo emocional débil y sin fuerzas para superar obstáculos, el desequilibrio llega hasta el campo mental, el cual produce un cambio de pensamientos, de incertidumbres y vulnerabilidad que nos vuelven obsesivos, negativos, seres oscuros sin luz interior, incapaces de encontrar la felicidad y sabiduría.
Una vez alcanzado este plano, la enfermad puede penetrar en nuestro cuerpo físico, siendo nosotros los únicos responsables de esto. Y como consecuencia todo nuestro Ser comienza a sintonizarse con este desequilibrio general, sintiendo dolores, molestias y malestares. Estos mensajes significan: ¡ALERTA!. Porque si dejamos que continúen avanzando, la enfermedad ingresara por los puntos más sensibles y meridianos energéticos, afectando nuestro sistema inmunológico.
La solución a los desequilibrios en nuestro organismo, sólo encuentran respuesta dentro de nosotros mismos, en el vínculo con Dios, quien nos guía y permite encontrar la armonización y paz interior que necesitamos, para desarrollar una vida más plena y equilibrada.
sábado, 19 de abril de 2008
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